“Desde el momento en que el fascismo no es un producto de los sectores más conformistas de la sociedad, es decir, de los grupos más satisfechos y partidarios de la actual ordenación económica y política, su régimen y su victoria implican, necesariamente, grandes transformaciones revolucionarias. La mecánica actual de las luchas político-sociales hace que el fascismo sea la bandera de una red complejísima de gentes insatisfechas, postergadas y descontentas. De ahí el origen multiforme de sus cupos, unánimes, sin embargo, en la manifestación de un espíritu combativo, de milicia, que revela cómo no son residuos de la vida, sino grupos valiosísimos y fértiles.”
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